miércoles, 14 de enero de 2009

Fernando Torres, historia de un fichaje: de las llamadas de Benítez al aviso de bomba en el Calderón

¿Torres o Etoo? Rafa Benítez medita en Melwood, lugar de trabajo de los ‘reds’. No improvisa. Por eso, se informa de la forma de ser de Samuel y de la de Fernando, de cómo se comportan más fuera que dentro del campo, el ídolo del Barcelona y el ídolo del Atlético de Madrid. Se molesta en preguntar cómo son en el vestuario con el grupo. Por ahí, el ‘Niño’ arrasa en los informes. Entonces, a principios del mes de abril, Miguel Ángel Méndez informa en Onda Madrid que el Liverpool se ha decidido por Torres. El entrenador de Cuatro Vientos, tras atar todos los aspectos del juego y de la personalidad de cada uno toma la decisión: Fernando Torres. Hace apenas unos días posaban juntos en la grada de Anfield convirtiéndose en el fichaje más caro de la historia del Liverpool, histórico club inglés que Benítez dirige y entrena.
La decisión estaba tomada. Y el Liverpool empezó a dialogar con el Atlético de Madrid. Fernando Torres solicitó a su club que escuchase la oferta del equipo inglés. Transcurrían los últimos días de mayo, cuando Miguel Ángel Gil, consejero delegado del Atlético de Madrid, llama a José Manuel Llaneza, consejero delegado del Villarreal, a pedir precio por Diego Forlán. Ya está elegido el sustituto de Fernando Torres. El Atlético ofrece 18 millones de euros. A los dirigentes del Villarreal les llega el rumor, a través de intermediarios, de que el club rojiblanco tiene las negociaciones muy avanzadas con el Liverpool para vender a Fernando Torres. "Si han vendido a Torres, les vamos a pedir más dinero por Forlán", dijeron los dirigentes del Villarreal. Y la operación, tras el habitual tira y afloja, se cierra en, supuestamente, unos 21 millones de euros.
La persuasión de Rafa Benítez
Cuando el Liverpool negocia con el Atlético de Madrid -con el 'superagente' Manuel García Quilón haciendo de intermediario entre los clubes- la contratación del buque insignia rojiblanco, Rafa Benítez inicia los primeros contactos directos con Torres haciéndole saber su interés por ficharle. Son varias las llamadas de Benítez a Fernando. El entrenador madrileño le informa a su paisano que cuenta con él, que va a apostar fuerte, muy fuerte, por su fichaje, que sería el más caro de la historia del Liverpool y que no podía fallarle. Fernando Torres está entusiasmado con la posibilidad de compartir vestuario con sus compañeros de selección: Pepe Reina y Xabi Alonso y de ser entrenado por un técnico de la categoría de Rafa Benítez. Pero su ‘Sentimiento Atlético’ aún tira mucho y se juega el tobillo, actuando lesionado y arriesgando para que su Atlético se clasifique para Europa (siempre soñó con jugar la Champions League de colchonero).
El 20 de mayo de 2007 es el día clave. La noche de aquel domingo el Atlético de Madrid recibe la mayor goleada como local de su historia. El Barcelona le mete seis goles en su estadio. Fernando Torres no lo soporta. Y no entiende las pancartas de los aficionados atléticos que justifican a priori una derrota afirmando que han puesto un ‘2’ en la quiniela para perjudicar al Real Madrid. Torres lleva seis temporadas aspirando a meter al Atlético en Champions y siente que es una utopía. El Liverpool, que juega unos días después la final de Champions ante el Milan en Atenas aspirando a ganar su Sexta Copa de Europa, le quiere. Empiezan las primeras dudas. Medita probar suerte, renunciar a la comodidad, arriesgar y marcharse a Anfield. Y le insiste a su club, por primera vez, que escuche una de las muchas ofertas que le han llegado en las cuatro últimas temporadas.
El acuerdo entre Liverpool y Atlético
El 19 de junio de 2007 llega el acuerdo, como anuncia Abellán esa noche en El Tirachinas de la Cope. Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado del Atlético, Manuel García Quilón, agente FIFA que actúa como intermediario entre clubes, y Rafa Benítez, entrenador del Liverpool, alcanzan en Madrid el acuerdo definitivo entre clubes para el traspaso de Fernando Torres. Las fuentes no pueden concretar si la reunión fue en Hotel Villamagna o en el restaurante El Telégrafo, próximo a la oficina de Quilón, pero el manager del Liverpool se desplazó a Madrid para cerrar el acuerdo.
Sólo quedaba negociar el contrato de Torres con el Liverpool. Y Fernando pierde dinero por ser un ‘red’. Su ficha en el Atlético es de galáctico, como se encarga Enrique Cerezo, presidente del club rojiblanco, de filtrar. El Liverpool le ofrece un salario base inferior, que superará por objetivos (partidos jugados, goles y títulos). Lo que sucede es que la ansiedad puede con el ariete colchonero. Quiere irse. Meses antes, allá por febrero, Cerezo y Fernando García Abasolo, vicepresidente del Atlético, también habían propuesto al Consejo de Administración de la sociedad anónima deportiva la conveniencia de traspasar a Torres.
El lunes 2 de julio de 2007, hace una semana, se plasma blanco sobre negro el traspaso de Fernando Torres al Liverpool. Por cierto, el club inglés no ha pagado la cláusula de rescisión del Niño (40 millones de euros), como pretenden hacer creer desde el club. Incluso más: el delantero renuncia a su porcentaje de traspaso, unos 4 millones de euros, para no dificultar su salida. Por su parte, Enrique Cerezo se encarga de llamar a sus medios afines para filtrar que Torres ha viajado a Liverpool a pasar el reconocimiento médico.
Aviso de bomba en el estadio Vicente Calderón
La tarde del 3 de julio se produce un hecho que no trasciende a la opinión pública. El Atlético de Madrid mantiene en secreto, a los medios y hasta sus propios empleados, un aviso de bomba en el estadio Vicente Calderón. Una dotación de la policía nacional se desplaza al Coliseo del Manzanares, pero no llega a desalojar a los empleados de las oficinas del Atlético. Se intenta evitar la tensión creciente cuando se anuncia que Torres ha superado la revisión médica y ya es oficialmente jugador del Liverpool.
Pero el nerviosismo del presidente del Atlético no cesa. Es brutal. Cerezo continúa intranquilo (ver información) la mañana del 4 de julio, el día que Torres, a petición propia porque el Liverpool pretendía a toda costa presentarle antes como el fichaje más caro de su historia, se despide de la afición colchonera. Cerezo, por más que ha intentado dirigir la opinión de los periodistas fieles, duda de lo que vaya a decir Fernando. A ver si iba a contar que le habían pedido que declarase que lo mejor para el club era la venta del Calderón. A ver si iba a reconocer que los contactos venían de meses atrás cuando el propio Cerezo, dos días antes (la noche del 2 de julio) en El Tirachinas de Cope, había declarado a Melchor Ruiz que no había conversación alguna. Torres estuvo generoso, asumió su parte de responsabilidad y Cerezo respiró.
Gil Marín, en una ausencia incomprensible y reiterada, no estuvo en el Vicente Calderón para despedir a Fernando. No se atrevió a dar la cara. Eso que José Antonio Martín, Petón, consejero delegado de Bahía Internacional, empresa que representa a Torres, se apartó del día a día de su empresa y de ejercer de agente de Torres hace más de una temporada. Porque si Petón y, sobre todo, Joaquín de Domingo Martorell, presidente de Bahía, hubieran porfiado, Torres no se habría ido al Liverpool. Gil Marín no estuvo porque disfrutaba ya de unas merecidas vacaciones junto a su amigo, intermediario en la operación de Torres, don Manuel García Quilón. Torres no le falló a Gil Marín. Y, lo más importante, no falló al Atlético. Estuvo generoso, muy generoso con los dirigentes en su despedida. ¿Estuvieron Cerezo y Gil Marín a la altura de Torres y de la historia del Atlético de Madrid? Negativo. Como era de esperar.

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